La Dirección General de Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (DGDH-SCJN) es el área encargada de promover la difusión, respeto y garantía de los derechos humanos a través de acciones que impulsen el desarrollo de una cultura incluyente y respetuosa de los derechos de todas las personas. Por su parte, el Centro de la Imagen de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México es una instancia dedicada a la difusión, enseñanza, investigación y debate sobre la fotografía y la imagen contemporáneas. Su ámbito de reflexión son las imágenes y sus mecanismos de producción, circulación y consumo.
Reconociendo que la fotografía ha sido un elemento esencial en los procesos de documentación y memoria de la humanidad, a mediados de enero de 2022, ambas instituciones lanzaron la convocatoria “Fuera de foco: fotografía y derechos humanos” con la intención de fomentar la defensa y el ejercicio de los derechos humanos en México, así como de ampliar las narrativas e imaginarios existentes en torno a siete grupos y comunidades: mujeres; infancias y juventudes; personas con discapacidad; personas y pueblos indígenas; personas afrodescendientes y afromexicanas; personas migrantes y personas sujetas a protección internacional, y personas de la comunidad LGBTI+. Buscamos lo anterior a partir de generar procesos de representación desde una mirada ética, que no refuerce estereotipos, sino que muestre diversas identidades y comunidades del país.
En la imagósfera alimentada a lo largo de la historia, pero muy en especial a partir del surgimiento de la fotografía en la segunda mitad del siglo XIX, un complejo entramado de intenciones políticas, sociales y económicas ha determinado quién y qué puede ser representado, y cómo se realizan dichas representaciones según los fines que subyacen. A partir de ellas, se han generado los imaginarios colectivos sobre determinados grupos o sucesos, y así se ha determinado nuestra forma de entender el mundo. Esto explica por qué nos faltan imágenes de personas y lugares que existen, pero no han sido miradas, o bien se han visto bajo ciertos estereotipos discriminatorios y representaciones extractivistas que no aceptan la diferencia. Es justo ahí, en nuestra dificultad para reconocer y aceptar la diferencia, donde se da la exclusión y el borramiento.
Tenemos identidades e imaginarios reducidos o desenfocados. Cuando algo está fuera de foco, su imagen es borrosa, carente de nitidez. No es posible ver la riqueza de sus detalles. Luego de observar la negación de realidades dignas para estas comunidades, a través de un encuentro colectivo, surgió la idea de crear un espacio en el que fuera posible proyectar miradas que reconocen y dan cabida a la dignidad de todas las personas, a partir de lo propio y lo vivido. Fuera de Foco tiene entonces la intención de resignificar los imaginarios que nos han sido impuestos desde las lógicas de la otredad, para nombrar y mirar, en cambio, 10 11 las realidades que se han construido desde la propia lucha de las personas por habitar sus entornos y lograr el reconocimiento de sus derechos. Es así como la autonomía se erige como el foco central de este proyecto.
El gran aprendizaje que nos dejó el camino recorrido con Fuera de Foco es que la construcción de una sociedad incluyente y el fortalecimiento de los derechos humanos se sostiene sobre un diálogo horizontal, honesto y vulnerable entre la diversidad de personas y experiencias. Quienes participamos —artistas, personas que conforman al equipo multidisciplinario que desde ambas instituciones acompañó el proceso, y las personas que aparecen aquí retratadas— cocreamos un tejido en el que la apertura, la escucha empática, la negociación, el reconocimiento de las diversas necesidades y contextos permitió tener como resultado este libro.
Las fotografías de las siete autoras nos aproximan a las realidades, entornos y rostros de personas en distintos estados del país. Mayra Álvarez documenta la forma de vida de las mujeres en Turirán, Michocán, con especial interés en la estética de sus espacios, como un acto de resistencia cultural. Ilse Cabanillas retrata la libertad del juego y la convivencia de las infancias de la comunidad triqui de Trinidad Sánchez Leyva, ubicada en Sonora. La mirada de Mayte de la Torre centra su atención en la potencia de los cuerpos de las personas con discapacidad visual, las personas usuarias de sillas de ruedas o personas con discapacidad psicosocial que residen en la Ciudad de México. A partir de un taller de fotografía con personas indígenas de la comunidad de Cuanajo, Michoacán, Rayito Flores documenta distintos elementos que dan identidad a esa comunidad, como su indumentaria, la arquitectura de sus viviendas y la cultura alimentaria. Por su parte, Adiós al futuro propició un proceso de autorrepresentación con personas de la comunidad intersexual en un importante esfuerzo por cambiar el imaginario patologizante del ámbito médico hacia las corporalidades intersexuales. Las fotografías de Judith Romero nos brindan rostros de personas afromexicanas de Valerio Trujano, en Oaxaca, mientras las fotografías de Olivia Vivanco dan cuenta de los espacios y las dinámicas de convivencia entre personas migrantes de albergues en Tijuana, Baja California, y Ciudad de México, así como la asimilación cultural en tales ciudades.
El lenguaje y las imágenes crean realidades, y por ello determinan o influyen en nuestra forma de entender el mundo. Necesitamos reconocer la diversidad de imaginarios que habitamos para que ese mundo sea un lugar en el que caben todas las miradas.
Regina Castro Traulsen, Directora General de Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
Johan Trujillo Argüelles, Directora Centro de la Imagen