Autora
Jennifer Clement
Descripción
Este libro cuenta, en primera persona, la historia de Ladydi, quien vive con su madre en una comunidad ubicada en una montaña de Guerrero. Ladydi relata cómo la comunidad en donde vive es una más de las tantas amenazadas por el crimen organizado. Además de que las autoridades y el cumplimiento de la ley están ausentes, los derechos más fundamentales como el derecho a la salud, a la educación, a la vida y a la integridad, no están garantizados. La historia presenta una realidad documentada sobre la existencia de la trata de personas, que en muchas ocasiones suele realizarse con niñas pertenecientes a comunidades y pueblos originarios de nuestro país.[1]
El relato de la autora permite imaginar el estado de precariedad en el que viven las habitantes de una alejada comunidad en Guerrero, así como su miedo constante a ser secuestradas o agredidas por el crimen organizado. El alto riesgo de secuestro que enfrentan las niñas ocasiona que las madres modifiquen la apariencia de sus hijas para que “no parezcan niñas” afanándose en hacerlas pasar por “feas” para mantenerlas a salvo y disuadir a sus secuestradores de no atentar contra ellas. Llegan al extremo, inhumano, de tener que cavar hoyos en la tierra para que las niñas puedan esconderse en caso de que lleguen a sus casas para secuestrarlas.
En la comunidad donde se desarrolla la historia prácticamente no hay hombres. La mayoría se ha ido a cruzar la frontera con Estados Unidos, abandonado a sus parejas e hijas y, con ello, la responsabilidad de cuidados y de crianza. Ese es el caso del padre de Ladydi.
La situación de abandono de las comunidades descrita en el libro invita a reflexionar sobre lo angustiante y doloroso que es habitar en comunidades tomadas por el crimen organizado y donde el acceso a la justicia no existe. El relato muestra también cómo ese contexto empeora por la particular situación de vulnerabilidad que enfrentan las niñas al estar permanentemente expuestas al riesgo de ser agredidas, secuestradas y explotadas sexualmente para, posteriormente, ser traficadas, asesinadas o desaparecidas.
Ladydi también retoma algunos temas como la corrupción, ausencia de debida diligencia al investigar, las violaciones al debido proceso y la vida de las mujeres privadas de la libertad. En este último escenario nuevamente se muestra la situación de abandono que experimentan las mujeres, tanto por parte de las autoridades como por parte de sus redes de apoyo. Se retrata cómo el impacto de las violencias en las vidas de las mujeres siempre es diferenciado: falta de atención médica especializada, maternidades en prisión, falta de productos de gestión personal y riesgo de agresiones sexuales, entre muchos otros.
A pesar del contexto violento en el que se desarrolla la historia, también encontramos relatos relacionados con la amistad, la sororidad y la importancia de acuerpar entre las propias mujeres, como única y última estrategia de sobrevivencia.
Si bien Ladydi es una novela, los entornos en los que se desarrollan las historias de las protagonistas han sido documentados, así como la pobreza, las violencias, abusos, impunidad y la falta de acceso a la justicia que los caracterizan.
Con base en estos y otros temas, Ladydi es un texto que permite realizar un análisis con perspectiva de género y enfoque interseccional para detenernos a reflexionar sobre la amenaza y compleja realidad que padecen muchas niñas y mujeres en México y en otras partes del mundo. Y más importante aún, que nos cuestiona cómo podemos actuar para mejorar la vida de mujeres y niñas en situación de pobreza y con nulo acceso a derechos fundamentales.
Finalmente, se destaca que la película Noche de fuego (2021) de Tatiana Huezo está basada en esta novela.
Marzo de 2022.
[1] Como ejemplo puede leerse la nota periodística “Ladydi, la novela de Jennifer Clement”, de Elena Poniatowska, publicada en la sección Opinión, del diario La Jornada, el día 24 de agosto de 2014.